domingo, 27 de noviembre de 2011

Cusco : Un viaje al pasado


Como en todo viaje, uno espera visitar lugares nuevos, pasar momentos hermosos, vivir anécdotas inolvidables, tratar  nuevas personas y renacer con el logro de cada una de estas experiencias. Viajar es eso: volver a vivir gracias a la oportunidad de conocer los lugares maravillosos que nos brinda esta hermosa tierra, pese a los inconvenientes e imprevistos que nunca faltan, con los cuales podemos apreciar el poder del destino y enriquecer aun más nuestras vivencias.
Con la mente mucho más centrada y disciplinada (en comparación a cómo inicié esta hermosa carrera), y consciente de lo importante que es el turismo para nuestro país y el valor inimaginable que tiene nuestro patrimonio natural y cultural para el mundo, emprendí este viaje. Ansiosa por conocer esta bella ciudad Patrimonio de la Humanidad y sin duda alguna por tener la oportunidad de estar en la impresionante ciudadela Inca de Machu Picchu, una de las siete maravillas del mundo.
Fue así que el pasado miércoles 16 de noviembre empecé esta aventura a lado de un grupo de 20 personas, con grandes expectativas, y dispuestos a recorrer y apreciar todos los  tesoros que nos esperaban.
El viaje comenzó muy temprano, en la madrugada para ser exactos;  donde abordamos los aviones para dirigirnos a la ciudad de Cusco. Desde nuestra llegada pudimos notar el gran cambio, ya sea por el famoso ¨Mal de Altura¨, el paisaje, la gente o la gran cantidad de turistas extranjeros  que se encontraban en la ciudad; lo que nos permitía nutrir a cada momento nuestros conocimientos y alma.
En el aeropuerto nos esperaba el bus que el operador turístico había designado para nuestra delegación; en este bus pudimos recorrer toda la ciudad y sus numerosos atractivos.
Iniciamos  el tour con el trayecto por la Avenida El Sol, la más importante de la ciudad, donde pudimos encontrar hoteles, restaurantes, bancos, tiendas y el famoso templo ¨Koricancha¨; para luego llegar al hotel y realizar el proceso de check in, dejar nuestras pertenencias en las habitaciones, descansar un poco y seguir con nuestro recorrido por la ciudad.
Aquel día pudimos conocer, en compañía de nuestro guía, la Plaza de Armas, La Catedral y El Koricancha (Templo del Sol), donde los españoles construyeron la Iglesia y el Convento Santo Domingo.
En estas primeras paradas, pudimos apreciar (y en lo personal, sorprenderme) el arte de los pintores nativos; estos artistas no sólo tuvieron el don de la pintura, sino también el de dar a conocer sus raíces andinas a través de sus lienzos, y heredándonos pistas para poder encontrar elementos andinos camuflados, acción propia de una cultura a la que se le fue impuesta otra religión. Es sorprendente ver cómo los pintores cuzqueños querían mantener sus creencias ideológicas a pesar de que ya habían sido derrotados en batalla, dándonos así una enseñanza clara del valor de nuestros antepasados. 
Por otro lado, la Iglesia Católica de esa época utilizó estas expresiones andinas ocultas en los elementos artísticos con la finalidad de favorecer al cristianismo, pues permitió la representación de alimentos, espejos, vírgenes en forma de montañas, la exposición del busto de la mujer, o realizar la misa en quechua, el idioma de los nativos, como estrategia que para evangeliza.
Nuestras primeras visitas fueron más que interesantes, sin embargo, la falta de energías nos venció el primer día, haciéndonos postergar las visitas restantes, pero no venciendo a nuestro espíritu emprendedor y ansioso de conocer más acerca del grandioso pasado que veíamos reflejado en cada sitio visitado.
Al día siguiente, teníamos el reto de completar las frustradas visitas del día anterior. Nuevamente, con algo de retraso, iniciamos la aventura en carrera contra el tiempo. Primero por “Sacsayhuamán” (que en quechua significa “halcón saciado”), la obra más expresiva de la arquitectura Inca; una muestra maravillosa del arte de las construcciones y creatividad en piedra. Luego, continuando con el recorrido, disfrutamos de la visita a Tambomachay (lugar de reposo o descanso), y posteriormente nos dirigimos a “Qenko” (palabra Quechua que significa ¨laberinto¨). Finalmente, el último sitio a visitar durante esta jornada fue PucaPucara, lugar que le hace los honores al color de sus montañas rojas. Así terminamos la primera parte de nuestra aventura, para luego disfrutar de un gran buffet cusqueño.
Lidiando contra el reloj, nos dirigimos a la ciudad colonial de Pisac; para lo cual  atravesamos la belleza del Valle Sagrado de los Incas, enamorándonos a cada minuto del  paisaje; y como última visita, conocimos Ollantaytambo y sus sorprendentes montañas astronómicas.
Finalizado tan agitado día, nos dirigimos hacia la estación de tren (Perú Rail - Expedition) Para abordar el tren que nos llevaría hacia el pueblo de Machu Picchu (denominado comúnmente como Aguas Calientes).  Ahí pasaríamos la noche, disfrutando del dulce sonido de la lluvia que nos acompañó hasta el amanecer.
Al día siguiente, despertamos muy temprano y notamos que estábamos abrazados de una ceja de selva maravillosa que nos envolvía con su verdor y frondosidad; y sin más preámbulo, fuimos hacia la estación de bus que nos llevaría  a  Machu Picchu, donde  visitamos sus diferentes sectores: el religioso, el agrícola, el urbano, el astronómico, y más. Finalizamos esta mágica visita con la llegada a la cima para la foto soñada. La cumbre del tour y el momento tan esperado por todos nosotros.
No cabe duda que este viaje ha marcado un antes y un después en mi vida. Sentir la magia y energía circundante en una las ciudades más importantes de nuestro país; en cada calle, en cada iglesia, en cada sitio visitado.
Esta aventura fugaz nos dejó a todos boquiabiertos al ver tan grandiosas maravillas, y nos llenó de la motivación que necesitábamos para seguir adelante con la decisión que tomamos al estudiar esta carrera.
Hoy, siento lo importante que somos para el futuro del  turismo en nuestro país. Desde cada ámbito de la sociedad: hoteles, restaurantes, agencias de viajes, guías turísticos, pobladores locales, artesanos, traductores, y un sin número de personas que de una u otra manera, directa o indirectamente, están involucradas en la actividad turística; todos tenemos una gran tarea: aprovechar todo lo que tenemos y darlo a conocer al mundo. Y al mismo tiempo, tenemos una gran obligación: conocer y amar a nuestro país como lo hicieron nuestros antepasados, que entregaron su vida y su alma por su tierra.
Somos herederos de un legado con un valor incalculable que debe ser sembrado en el espíritu de cada peruano y peruana.
                                                                
Olga Rojas García.
olga_rgm@hotmail.com

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